Arqueología e Historia n.º 29: Marco Polo y la Ruta de la Seda

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La Ruta de la Seda ha vertebrado durante siglos el comercio entre Oriente y Occidente, pero a su vez ha servido para vehicular el contacto entre culturas y como vía de difusión para costumbres y religiones. Fue a través de la Ruta que el Islam alcanzó su mayor alcance y el budismo uno de sus mayores canales de despliegue y de sus mejores fuentes de inspiradoras rutas de peregrinaje. En contrapartida, la misma y compleja red de comunicaciones se utilizó una y otra vez como paso para los ejércitos de innumerables imperios que se sucedían los unos a los otros en los distintos territorios, a menudo dificultando el tránsito de mercancías y personas. Con la pax mongólica instaurada en el siglo XIII, el trayecto hacia Oriente nunca resultó tan sencillo, y enseguida el fascinante Oriente, repleto de maravillas y de ricos productos con los que comerciar, llamó la atención de intrépidos mercaderes como el afamado Marco Polo. Los pasos eran a menudo difíciles y obligaban a atravesar desiertos, interminables estepas e imponentes cordilleras que se elevaban hacia los cielos, pero a su término, se abría un nuevo mundo repleto de posibilidades y experiencias.

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